Rugido Austral
ÁLBUM REVIEW- ORANSSI PAZUZU
"MUUNTAUTAJA"
12 de octubre 2024
Por: korgull Mcleod
Es un desafío titánico el poder definir con palabras exactas a Oranssi Pazuzu. Su propuesta de fusión black metal-psicodelia es un “código enigma” para la audiencia, incluso sus fans acérrimos. Un laberinto para quienes nos vemos siempre en la necesidad de nutrir nuestros recursos literarios y conocimientos musicales para referirnos de manera concisa a lo que ellos tienen que decir. Y cuando la falta de recursos literarios en el periodismo para reproducir en palabras lo que no se ve es evidente, las definiciones se tergiversan.
El carácter indescifrable de Oranssi Paszuzu, desde sus inicios en 2007, es un distintivo en cada producción discográfica, desde los días de Muukalainen puhuu (2009), un larga duración que no tardó en sorprender -y desconcertar- a toda una escena. Los mundos de Bathory y el primer King Crimson se fusionaron en una huella dactilar que muy pocos pensaron siquiera en registrar. Es más, los fineses, en cada producción de ahí en adelante, ascendieron de división hasta convertirse en referentes del metal orientado a la vanguardia. Desde el estómago, sin necesidad de arrimarse a etiquetas y tendencias ajenas a su voluntad.
Cuatro largos años hubo que esperar desde Mestarin kynsi (2020), un lanzamiento que vio la luz en plena oscuridad. No es precisamente una metáfora, considerando el desastre pandémico que nos tuvo al borde de desaparecer. Entre medio de la incertidumbre y el caos, Oranssi Pazuzu nos mostró en dicha placa una propuesta que sube de estatura la conexión entre el tormento del black metal y el ropaje caleidoscópico de la psicodelia, con el krautrock adquiriendo protagonismo en la anatomía sonora de los fineses. Por ende, era cosa de tiempo lo que serían los Pazuzu circa ’24 con Muuntautuja, un trabajo que no solamente marca el siguiente paso, sino lo que le da a nuestros protagonistas un sitial de honor en estos días: una tonalidad propia, y acorde a un sello artístico que se vale por sí mismo.
Cada disco de Oranssi Pazuzu tiene su propio fondo, una idea sin ser obligatoriamente un trabajo conceptual. Muukalainen puhuu tiene como fondo la invitación a lo desconocido; Kosmonument (2011), la inmensidad del gran abismo; Valonielu (2013), la purificación espiritual; Värähtelijä (2016), la energía que fluye a nuestro alrededor; y Mestarin kynsi (2020), el ascenso hacia un nuevo nivel de consciencia. En el caso de Muuntautuja, lo es la transformación. La metamorfosis, el cambio constante. En biología, es un proceso de desarrollo desde el embrión hasta la madurez, donde además del tamaño, las células se diferencian entre sí hasta obtener cada una su propia morfología.
No es descabellado afirmar que el caso de Oranssi Pazuzu es un proceso biológico. Muuntautuja no solamente continúa la jerarquización mostrada en su antecesora, sino que reafirma las convicciones de una agrupación que prioriza el viaje antes que el destino. Y el arranque con “Bioalkemisti” remarca de inmediato, valga la redundancia, la orientación alquimista de los de Tampere. Una rítmica que te pilla desprevenido, incluso a los más curtidos en el gusto adquirido. Una corriente torrencial de texturas que circula por el cinturón de asteroides en Orión, con la voz de Jun-His -también guitarrista-, proyectando la humanidad añade un estilo que explora cada hectárea de un territorio inhóspito y del cual pocos vuelven para describirlo. Un pieza de naturaleza bestial, capaz de moverse con inteligencia en aquellos lugares donde el metal extremo suele mirar aún con recelo. Y acá no hay empacho en tomar prestado algunos elementos de Nine Inch Nails para concretar el regreso de sus creadores a su verdadera naturaleza.
El corte titular, con sus 4 minutos y 30 segundos, se estrenó unos meses antes como single, un adelanto certero de lo que es hoy Oranssi Pazuzu. Podríamos pensar en Kraftwerk pasado por el filtro de Darkthrone o los propios Bathory (¿o viceversa?). Pero, y ahí la gracia de las obras maestras, no es de dónde lo sacas, sino hacia dónde lo llevas. Y Oranssi Pazuzu lo lleva hacia el año 2122, hacia esos días en que la nave comercial Nostromo recibe una llamada de auxilio en el espacio, con consecuencias insospechadas. Así, fascinante y tétrico por igual.
El velo sonoro del piano que envuelve algunos espacios en “Voitelu”, te habla de un aceitaje que Oranssi Pazuzu ha sabido desarrollar en favor de su propia matriz. El sampleo acertado y el torrente sonoro en constante subida-bajada por los confines de lo prohibido, todo eso se reproduce en una pieza inclasificable y cuyos accesos se abren cuando obtienes la llave maestra que sólo puedes obtener una vez hayas explorado cada rincón durante tu incursión anterior en “Mestarin kynsi”.
Al sumergirnos en la carne del disco, nos encontramos una agrupación que da las vueltas necesarias para cuajar su mezcla entre lo espeluznante y lo inmaculado. Una ecuación que se amplía al máximo y se reduce al mínimo en un proceso de cocción a fuego lento. Por eso es que la cadenciosa “Hautatuuli”, adjunto a su ropaje electro industrial con ventiscas de ondas sonoras al estilo de Tangerine Dream, se siente fresca y colorida. Mientras que “Valotus”, pese a su empezada más etérea, muy en sintonía con el pasaje anterior, se expone al astro rey para recibir una ráfaga quemante de black metal con trazos electro-industriales. Es ahí donde Oranssi Pazuzu, en el ecuador del redondo, apela a la repetición como un medio de transporte con destino hacia la catarsis absoluta. Una herramienta efectiva cuando se utiliza con el criterio apropiado.
Cuando llegamos a “Ikikäärme”, el corte con más kilómetros en el álbum -9 minutos con 50 segundos-, nos convertimos en testigos y observadores de un momento creativo único e irrepetible. Como una serpiente, al acecho de su presa, el peligro inminente. Pensemos un poco en Godflesh, una referencia obligada cuando hablamos de ese factor intangible que distingue el tono de cada producción. Y al igual que el binomio de Justin Broadrick y B.C. Green en los días de “Streetcleaner” (1989), resalta un dramatismo escalofriante a base de la hermandad entre lo armónico y lo disonante, reforzado con el vaivén pantagruélico de todo un mundo en pleno colapso.
El broche de oro a cargo de “Vierivä usva”, es el tapiz en la superficie, en la cual por fin asomamos la cabeza, ahora con un pensamiento renovado ante una realidad distinta a la del comienzo de nuestro viaje. Una pieza vaporosa y gigante, evocando la inmensidad de un espacio que aún no terminamos de conocer y pasando progresivamente de la nitidez hacia un ruido difuso que desaparece lentamente en el horizonte.
En la tradición de bandas como Ulver o los mencionados Godflesh y Nine Inch Nails, y -los más veteranos- Tangerine Dream y Popol Vuh, Oranssi Pazuzu integra por méritos propios un grupo selecto de nombres que tomaron la evolución como un santo y seña de sus respectivas propuestas. La naturalidad de cada paso artístico, el avance en sí con rumbo desconocido, y la propagación de su rúbrica sin perder en absoluto su hermetismo. Todos elementos que, contrario a quienes sostienen que se puede aplicar como una fórmula a la mano, en el caso de los fineses responden a la capacidad de marcar el factor distinto en cada trabajo.
Quienes están de hace rato familiarizados con Oranssi Pazuzu, es probable que deban darle un par de vueltas más a este “Muuntautuja”, y por razones plenamente válidas. La reticencia del metalero más ortodoxo hacia las máquinas es de nunca acabar, y con todo derecho pueden ariscar la nariz. Pero lo que hace Oranssi Pazuzu hoy es notable, pues incorpora estos detalles sonoros de máquinas y electrónica sin alterar lo orgánico y espontáneo de su propuesta.
Relacionado al tratamiento reciente de su monumental propuesta, puede que los más escépticos busquen estar en lo cierto achacando el distintivo de “Muuntautuja” a sus recursos de producción. Y la verdad es que puede que tengan razón y, si los fineses hubiesen grabado esta placa en un establo, el resultado habría sido menos comprensible. Pero nada de aquello socava la potencia de las buenas canciones, y eso es lo que ha hecho de Oranssi Pazuzu un nombre destacado en la escena. Un demonio que cambia de piel, dispuesto a abrazar el viaje y la transformación, siempre difuminando las fronteras que separan al cielo del infierno y explorando terrenos indómitos.