Rugido Austral
ÁLBUM REVIEW: the old dead tree
"second thoughts"
El camino de los franceses de The Old Dead Tree ha sido pedregoso e, incluso, injusto. Es la idea que nos hacemos ante una agrupación que vio la luz a finales de los ‘90s y dejó su marca de penumbra en los 2000 con una trilogía discográfica que se ganó la devoción de una inmensa minoría. “The Nameless Disease” (2003), “The Perpetual Motion” (2005) y “The Water Fields” (2007), todas placas de una naturaleza enorme y lóbrega a la vez, y continuando lo que Katatonia y My Dying Bride construyeron durante los ‘90s. Sin embargo, las diferencias personales y creativas terminaron sellando el destino de la banda parisina, y las ocupaciones personales de cada integrante dieron espacio a un par de reuniones puntuales. “The End” (2019) fue la oportunidad de volver al estudio y editar el testimonio-resumen de un pasado dorado, a la vez que su propósito en ese momento iba mucho más allá de la dinámica “reunión-gira”.
Cultores de un estilo que combina la variedad de matices sonoros con un propósito arraigado en la emoción más desgarradora, los franceses nos brindan hoy un retorno a lo grande con “Second Thoughts”, largaduración número 4 en su catálogo y cuyo lanzamiento debe ser de los más sorpresivos en cuanto a su contenido. Y hablamos de sorpresas porque el grupo liderado por el cantante Manuel Munoz y su colega de cuerdas Nicolas Chevrollier, nos brinda un trabajo que mira hacia atrás y, al mismo tiempo, mira hacia adelante con una idea potente, dividida en 13 estaciones de alta factura creativa.

El arranque de “Unpredictable” nos devela inmediatamente el notable estado de salud en que se encuentra The Old Dead Tree. Un comienzo atrapante, con un riff principal que explica su elección como el primer adelanto. Aquí no hay trampa ni cartón, es TODT reluciendo su clase con lo que importa ante todo: canciones de gancho directo y atmósfera de tristeza, ambas derivando en una catarsis necesaria desde el primer al último surco. Un despliegue de intensidad y melodía que en la siguiente “Don’t Waste Your Time” se potencia disminuyendo los bpm solo para volver a pisar el acelerador en el espacio indicado. En el 2do track, sin embargo, la sección acústica que hace de puente para la metralla de la segunda mitad, es de esos momentos que definen el talento para abrir un camino donde menos lo esperamos.
El piano taciturno que abre “The Lightest Straw”, parece un espejismo ante la descarga de energía y pulso que arropa dicha pieza. Pero la parte intermedia, con un trabajo vocal que cada vez más se eleva hacia donde los elegidos se permiten hacerlo, es de esos aciertos creativos que nos permite comprender el rango que va desde la voz más suave hasta el grito más horroroso. Inevitable pensar en el mejor Anathema, pero con temple propio al momento de expandir sus dominios hacia el lado más oscuro de la existencia humana.
La delicadeza de “Better Off Dead”, con un Manuel Munoz dejando la vida en cada nota cantada, es el paso previo para la crudeza implacable de “Withtout A Second Thought”, donde Munoz aprovecha todo su caudal vocal. Es aquí donde notamos el fulgor del dueto de guitarras comandado por Nicolas Chevrollier, un instrumentista de gran factura técnica y buen gusto en la elaboración de riffs y momentos solistas. Secundado por Nicolas Cornolo, quien se complementa en el estudio con su tocayo a nivel de distintivo y propósito.
Las campanadas que abren “Luke”, no se puede entender sin tal elemento la cualidad de generar atmósferas de pérdida y oscuridad. Es en la pulpa del disco que The Old Dead Tree nos expone su riqueza de texturas, todas bien distribuidas para hacer de la placa un viaje introspectivo y dotado de buenos -y muchos- momentos que le dan a “Second Thoughts” una jerarquía que poco y nada debe envidiar a cualquiera de sus antecesores. Y es que la distancia de casi 18 años que lo separa del último “The Water Fields”, de pronto se vuelven cifras más o menos ante lo que hoy buscan expresar. Y lo logran.

“Story of My Life” empieza desde arriba y transforma lo imposible en algo posible y real ante nuestros ojos. ¿Cómo eso? Nos sitúa de inmediato en la azotea de un rascacielos, para elevarnos cada vez más hasta alcanzar un nuevo nivel de conocimiento. Donde en el pasado predominaba el death metal para incorporar elementos progresivos con bruma gótica, ahora logra un equilibrio perfecto apuntando siempre al factor emocional. Una crudeza que poco y nada empaña el linaje de The Old Dead Tree, bien ligado a un estilo que trasciende lo genérico y se enfoca en la cadencia y la incorporación de sonoridades europeas, todo en favor de un distintivo reconocible.
La fragancia a Katatonia en “Fresh Start”, resalta la lozanía propia de las buenas canciones. Grande y pequeña a la vez, imaginativa y repetitiva en una misma ruta de navegación. El aporte de Gilles Moinet en el bajo y Raphaël Antheaume en batería, es imprescindible en este nuevo brío que toma The Old Dead Tree, incluso permitiéndose ir con todo en “I Wish I Could”. Una combinación de urgencia y fluidez que los franceses traducen en una pieza de antología, con la adrenalina a full y remarcando el dramatismo que chorrea a estas alturas del redondo. Pegada, tras esos sonidos de aguacero torrencial, “The Trap” termina por sumergir al oyente en las fauces de una bestia que no deja sobrevivientes para contarlo. Nos abruma la grandeza (en términos de espacio) que hace de este pasaje un momento de peligro y angustia. En efecto, es aquí donde los pensamientos más tenebrosos del ser humano encuentran su propio soundtrack.
El vacío existencial que nos deja “Solastalgia” en su empezada, de a poco nos impulsa a levantarnos desde las cenizas, aunque sin transar en lo absoluto el pesar que nos embarga. Musicalmente, un pasaje rico en versatilidad, tanto en la privilegiada voz de Manuel Munoz como en la batería marcial de Raphaël Antheaume las guitarras del binomio Chevroiller-Cornolo. Y en el caso de Antheaume, su labor en “OK” es vital para entender la furia death metal que The Old Dead Tree rescata de esos días de juventud para llevarlos a un presente más nutrido en experiencia y aprendizaje adquirido.
El broche del disco lo da “The Worst Is Yet to Come”, un homenaje merecido a las raíces ligadas al death metal, pero manteniendo incólume la personalidad sideral que hoy los tiene como un nombre de culto entre quienes abrazaron en los 2000 estos estilos desde la tripa misma. De alguna forma, hay una coherencia que impulsa a The Old Dead Tree ofrecernos una producción que refleja la altura en la que están, incluso sin ser precisamente otro “consagrado” en su liga. Pero están ahí, porque se nota a kilómetros que si había que presentar un nuevo capítulo en su discografía, tenía que ser con sentido y mucha, pero mucha razón.
Algunas ediciones de “Second Thoughts” incluyen como bonus track “Terrified”, un corte de vibra muy al estilo del Katatonia de los primeros 2000. Entendible, de alguna forma, el porqué no integró el todo final del disco. Su carácter más ¿luminoso? respecto a sus hermanos titulares lo dice todo. Aún así, queda como un regalo para quienes sabemos que The Old Dead Tree es una institución que, pese a su pequeño margen de alcance, tiene algo que decir. Como debe ser en estas lides.
Muy poco que agregar a “Second Thoughts” en su totalidad. Metal, reflexión y derrumbe, con poca luz, mucha sombra y lluvias torrenciales de emoción hasta el vacío. No sabemos cuánto vaya a durar este nuevo ciclo. Impredecible en algunas cosas, con alguna que otra trampa surgiendo en el camino. Y es en este nuevo recorrido que The Old Dead Tree nos comparte sus segundos pensamientos. Que sea el comienzo fresco de algo bueno y mejor por venir.

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