Rugido Austral

ALAIN JOHANNES TRIO EN SALA METRONOMO:
CON LOS OJOS HACIA EL FIRMAMENTO

MIÉRCOLES 08  DE ENERO 2025

Con poco más de 40 años de carrera, nos abruma la integridad que profesa Alain Johannes. Un músico extraordinario, dotado de un talento tan sideral como la carrera forjada, tanto al frente de Eleven como su recorrido solista y los diversos proyectos que ha integrado como pieza fundamental; Inclúyase Them Crooked Vultures; no cualquiera puede decir que se junta a tocar con Dave Grohl y John Paul Jones. Tampoco se explica la grandeza de “Euphoria Morning“, el debut solista del eterno Chris Cornell, sin su aporte y el de la recordada Natasha Schneider. Y daría para una hilera de párrafos hablar de un CV que lo hace único y querido, tanto para los fans como para los músicos con quienes ha compartido el chileno de 62 años

El culto que genera Johannes en nuestro país va mucho más allá de un sentido de pertenencia por sus raíces. Y es que el productor e ingeniero de sonido chileno-estadounidense, es un músico que se ha codeado con grandes, también ha debido lidiar con la pérdida. Desde su compañera durante 20 años Natasha Schneider -ambos conformaban el núcleo creativo y motriz de Eleven en los ’90s- hasta partidas recientes como la de Mark Lanegan (1964-2022), el propio Chris Cornell (1964-2017), el golpe que provocó en toda una generación la partida de Kurt Cobain (1967-1994) o el triste final de Layne Staley (1967-2002).

No es exagerado, por ende, afirmar que Alain Johannes ha sabido canalizar el dolor y transformarlo en música, al punto de hacer cada producción un viaje introspectivo traducido en música con potente carga emocional y nutrida en texturas sonoras, convergiendo todo en una atmósfera única. Una liturgia de honestidad. celebración y amor hasta el infinito. Un rasgo que explica la convocatoria generada entre los fans tanto recién iniciados como quienes siguen su carrera desde la década del ’90. Y sí ver en el público a mucho rockero promediando los 40 años, con algunos llegando a los 50, te habla de hacia quiénes se dirige Johannes, como si fuera un largo camino a casa. Cómo no sentirse identificado, si cada pieza es como te hablara de experiencias similares a las de uno. Cosas reales y serias, cantadas por alguien que ha vivido todo eso.

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Unos minutos después de las 21 horas, y con la Sala Metrónomo repleta en todos sus rincones, Alain Johannes aparece nuevamente en un escenario nacional, acompañado de los hermanos Felipe (teclado, sintetizador) y Cote Foncea (batería), quienes completan el Trío que acompaña al maestro durante sus incursiones por estos parajes.

Vamos a tocar un poco de música, porque el mundo está difícil“, bastan esas palabras de Johannes para que “Unfinished Plan” y “Not on This Earth” den el arranque a una jornada con alcance de experiencia. La postal de Alain con su guitarra Cigar Box -literalmente hecha con una caja para habanos-, sacando pinceladas de sonido a la vez que su caudal de voz fluye como una fuerza natural, es un placer y un favor para quienes conocemos su talento hasta los rincones más ignotos. Cuando llegamos a “Eyes to the Sky“, es como si tanto sus intérpretes como el público estuviese entregados a un mantra de luz y sanación. Lo que le da a Alain Johannes un distintivo como artista y una identificación que sus seguidores abrazan desde la necesidad de comunicar y recibir una idea.

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La dedicatoria de “Return to You” a Natasha Schneider, va de la mano con la alegría que proyecta dicha pieza. ¿Cuántos artistas tienen esa virtud de canalizar el dolor de la pérdida y transformarla en música sanadora? Lo que hace Alain en vivo, a punta de una guitarra de seis cuerdas, con el teclado de Felipe Foncea -también aportando a las voces de apoyo- y Cote haciéndose cargo de otros artefactos de percusión, es sublime hasta el último surco.

Y eso es lo que sus fans reciben con los brazos abiertos. Lo profundamente emocional sin caer en el lagrimeo barato. Del mismo álbum, Spark, reluce con brillo propio “Fall to Grace“, una donde la huella de George Harrison en Johannes es evidente, lo que nuestro protagonista admite sin rodeos. Nos conmueve de verdad lo que se puede decir y expresar con lo mínimo en recursos y el máximo en un propósito brutalmente genuino. Una calidez que se siente mucho más allá del aspecto musical, como lo que evoca “If Morning Comes“.

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Tanto como la descomunal interpretación de Alain, Cote y Felo, y la destreza adjunta a sus respectivas carreras dentro y fuera de Chile, la gracia del espectáculo está en la distribución del set. La combinación de momentos para expresar un significado y/o entablar un nexo entre cada pasaje. Y el ver a algunos asistentes vistiendo polera de Eleven, se vuelve una señal cuando desfilan “Seasick of You“, “Nature Wants to Kill Me” y “Why“, todas del definitivo Thunk (1995), obra capital que este año llega a sus 30 y suena igual de nuevo, sea en eléctrico o, como anoche, desenchufado. Entre medio, “Beautiful Self“, “Crash Today” y “Reach Out” rememoran la edad de oro de una agrupación que hizo cosas impensadas, como meter en una licuadora el espesor sónico de Led Zeppelin, lo ecléctico de Queen, con pinceladas de barroquismo al estilo de Johann Sebastian Bach y el romanticismo temprano de Franz Peter Schubert. Y llevando aquello a un formato acústico, el resultado es un ecosistema en que se respira la fragancia del rock y la corriente alternativa de esos 90s que no te contaron.

Aprovechamos el espacio para destacar el gesto y las palabras de Cote Foncea. Y con toda razón, si además de su categoría como músico y productor a nivel latinoamericano, también nos muestra su calidad humana haciendo mención a Claudio Valenzuela, su colega de ruta y líder fundador de Lucybell. Recordemos que Valenzuela está pasando por un momento delicado, el cual involucra a su hija, quien se encuentra internada en estado grave, lo cual ha derivado en la decisión de hacer una pausa. La reacción del público responde a dicha calidad humana, lo que habla de un sentimiento que trasciende toda frontera musical. Justo y necesario destacar lo que es realmente importante, y cuando hablamos de una banda tan querida en nuestro país, y con un sonido reconocible como el de Lucybell, lo amerita sin ‘pero’ que valga.

Estaba más que anunciado, pero no deja de ser una sorpresa capaz de echar fuego entre los fans. La presencia de Peter Buck y Barrett Martin como invitados estelares, la guinda de la torta en un show redondo. Las elegidas con tamaños invitados fueron “Hanging Tree” y “Making a Cross“, ambas del colectivo liderado por Josh Homme, The Desert Sessions, el cual agrupó entre finales de los ’90s y comienzos de los 2000 a los exponentes más importantes de la escena hard rock en Palm Desert, California. Más piezas sonando atronadoras, con un Peter Buck demostrando la experiencia adquirida como guitarrista sobrio e identificable, y un Barrett Martin que aporrea fuerte los tarros cuando tiene que hacerlo. Ambos junto a Alain y los Foncea dando clases de maestría, rematando la sección especial con una aplastante versión de “The One I Love” de los hoy míticos R.E.M., con Buck recreando ese solo tan breve como pegadizo, adjunto a la progresión melódica que hizo de su sonido un hito en el desarrollo de las corrientes alternativas en una época aún dominada por el cabello escarmenado y la pirotecnia.

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Para el bis, el remate final, una potente “Disappear One”, del aclamado y aún revolucionario Euphoria Morning. La figura de Chris Cornell, el recuerdo de éste y Johannes compartiendo escenario durante esa legendaria presentación en el festival Maquinaria (2011, Club Hípico), todo en una escena para enmarcar en oro. de esas historias que nuestro Alain Johannes atesora y comparte con quienes se disponen a escuchar encantados, como unos pasajes más atrás del espectáculo cuando dijo que “The Bleeding Whole” era una de las favoritas de PJ Harvey.

Esas historias que evocan la mirada hacia el infinito, dirigiendo los ojos hacia el firmamento. No se entiende de otra forma lo que hace grande a Alain Johannes, un músico que hace de cada “regreso” a Chile algo distinto y único. Un artista que sorprende una y otra vez, siempre en favor de sus principios, de lo que realmente lo hace querido e importante.