Rugido Austral
RUGIDOS DEL AYER
ALBUM REVIEW: BARONESS Y "PURPLE": FULGOR EN LA HORA MAS OSCURA.
Puede parecer cliché el referirnos a “Purple” (2015) como una oda celebratoria a la vida. En el caso de Baroness, tiene toda razón de ser tras aquel accidente en bus durante la promoción de “Yellow & Green” (2012). Una situación que pudo terminar en una tragedia, para John Dyer Baizley y sus colegas de ruta fue el detonante para brindarnos una placa que respira vida y exuda emoción a raudales, todo hasta el último surco. Y para aquello, el propio Baizley, voz e ideólogo de una de las agrupaciones estandarte de la psicodelia durante las últimas dos décadas, tomó terapia para superar aquellos demonios que amenazaban con la continuidad. Estaba claro que Baroness pudo haber llegado a su fin, y no solamente por el accidente en sí, sino por las secuelas psicológicas que algo de tamaño calibre puede dejar hasta en el más avezado.
No debió haber existido “Purple”. No al menos como lo conocimos en su resultado final. Pero si hacemos la comparación con su antecesor, también fue una señal para John Bazley, el escritor principal. “Yellow & Green”, a pesar de su extensión -formato doble- y el temple ambicioso de su naturaleza, daba la impresión de perder la brújula respecto a los fundamentales “Red Album” (2007) y “Blue Record” (2009). Un trabajo enorme en variedad, pero con un resultado disperso que empezaba a dividir a los fans respecto a la dirección que tomaban los de Savannah.

De alguna forma, el roce con la fatalidad hizo efecto al momento de procrear la siguiente incursión. Las ideas, adjunto a lo buenas que podían ser en el papel, había que ordenarlas y dotarlas de mayor precisión. Y aquel propósito en “Purple” se cumple a cabalidad en su base. Ocupando en serie el puesto 4 en un catálogo maravilloso -descontando los EPs titulados como “First” (2004) y “Second” (2005), “Purple” es una placa cuya inclinación a lo emocional es genuina desde el arranque con “Morningstar“. Lo más cercano a un amanecer en las montañas, con la voz de John Baizley elevándose a la altura suficiente para exponernos su visión de vida. Todo lo que no se explica sin el equilibrio perfecto entre la potencia de las guitarras y el gusto melódico. Y estamos de acuerdo, es de una naturaleza muy distinta a la de los trabajos anteriores, pero lo que transmite en cuanto a honestidad, muy pocas bandas logran plasmar aquello al trabajo en el estudio.
Hubo quienes arrugaron la nariz cuando “Shock Me” vio la luz como hit-single. Lo que quizás los más dogmáticos ignoraron en su momento, es que detrás del ropaje pop que cubre la pieza, hay un sentido de agradecimiento y superación hasta las lágrimas. Un riff contundente, un coro que surca los cielos. Imposible no asociarla al momento que Baroness estaba viviendo, con su líder y voz principal recorriendo su propio Vía Crucis. Y como pasa con las buenas canciones, no solamente ganó su escritor e intérprete, sino que señala el camino al triunfo para quienes no tenemos otra opción a la cual aferrarnos en algún momento difícil, salvo a la mejor música.
Cuando te sitúas en pasajes como “Try to Disappear” o la más urgente “Kerosene“, te das cuenta de que el gran valor de “Purple” está en los momentos que propone. La forma en que se distribuyen las texturas, siempre en favor de una matriz cromática que acá logra su clímax de gracia y confianza. Es cierto, el cuarto álbum de Baroness es mucho más inmediato en su objetivo, pero también hay espacio para la atmósfera. Y es que no se puede entender la etapa cromática de Baroness sin la mezcla entre lo mitológico y lo grotesco que John Baizley le imprime a su estilo personal, lo que forja su identidad respecto a todo lo que entendemos como post-metal y similares. Recordemos que Baizley, además de sus dotes como cantante e instrumentista, es un artista visual de renombre. Su papel en la producción visual de los discos de Baroness no es meramente decorativo, sino que refleja con fidelidad un imaginario creativo donde todo es posible.

Si el primer acto en “Purple” destaca por su inmediatez, el velo floydiano de “Fugue” nos da una idea de lo que se viene en la cara B del disco. Baroness no solamente nos regala éxitos inmediatos, sino que expone la madurez necesaria para hacer de la introspección el motor de una banda que asimiló en su hora más oscura el ‘cara a cara’ con la muerte, y “Clorine & Wine” resume dicha idea en toda su forma. Las guitarras de John Baizley y el solista Pete Adams (Valkyrie), complementan sus sonidos en el mismo torrente armónico. Por supuesto, completan el cuadro Nick Jost, bajista dotado de una solidez en favor del todo, y el baterista Sebastian Thomson, quien dispone su pegada y experticia a la personalidad cinemática de Baroness.
Cómo definir “The Iron Bell” de otra forma que no sea la simbiosis entre agresividad guitarrera y gancho melódico. Lo que se estaba extraviando en “Yellow & Green“, en “Purple” lo recuperan en todo su fulgor. Ojo, no como un refrito de éxitos pasados ni recurriendo a la ‘fórmula ganadora’, sino imprimiendo en el estudio la voluntad de una agrupación que no teme ni duda ante nada. De hecho, podemos apreciar en “Desperation Burns” un impulso de rock progresivo desde el auto-desafío, sin descuidar en absoluto la claridad que hace de “Purple” una placa definitiva. Sebastian Thomson en la batería, le brinda al instrumento un abanico de posibilidades para que las guitarras de Baizley y Adams lideren el ataque sónico, mientras el bajo de Nick Jost ejerce como puente entre la pegada feroz de Thomson y las guitarras electrizantes.
Si dijimos unos párrafos más arriba que “Purple” es un disco de naturaleza hondamente emocional, “If I Have to Wake Up (Would You Stop the Rain?)” te grafica aquello donde cuando menos te lo esperas. Reiteramos sobre cómo hubiese sido “Purple” si no fuera por el accidente que puso en vilo el futuro de Baroness. Nos hacemos la misma pregunta en la novena estación del álbum, incluso a casi una década de su lanzamiento. En este caso, celebrar la vida después de una instancia cercana a la muerte implica hacer una mirada tanto hacia nuestro interior como hacia atrás en el tiempo. En otras circunstancias sería la nota disonante en una sinfonía (casi) perfecta, pero acá es una pieza clave. Celebrar la vida también implica asumir lo que es verle los ojos a la muerte. Solo así, y tal como reza la voz alienígena al final, es posible atravesar mundos de dimensiones ilimitadas.

“Purple” es mucho más que catarsis sonora. Es una carta de amor a la vida misma después de la tormenta, un pequeño brillo de esperanza en la hora más oscura. Un festejo para quienes sabemos que no hay trampa ni cartón en el espectro cromático de Baroness, una agrupación que pavimentó el camino a toda una generación ávida de nuevos sabores y aromas.
Recuerden que Baroness está girando por Latinoamérica lo que los trae de regreso a Chile luego de 6 años de su última visita.
Se presentan este 28 de febrero y 1 de marzo en Teatro Coliseo acompañando a los maestros del progresivo moderno, Soen.
Las entradas para este tremendo desfile de talentos están a la venta a través de PuntoTicket con los siguientes valores. Más cargos por servicio.
* Cancha: $55.000
* Platea baja: $50.000
* Platea alta: $40.000
Produce: Spider Prod. y Transistor
