Rugido Austral
OCULTUM & SERPIENTE ANTIGUA EN MI BAR: EMBRIAGUEZ DE MUERTE Y MALDICIÓN
Reseña por: MARIO GONZALEZ Fotografías por: JUAN CARLOS RECABAL
Las tinieblas se abrieron al llamado que fue lanzado para que los malditos que se llenan de funestos sonidos llegaran en masa a llenar Mibar, que se conjugó con las llamaras del averno para saturar la noche de lóbregos martirios.
SERPIENTE ANTIGUA
La noche abre el portal, que hace que miles quieran correr hacia el fuego mortal, ya que la Serpiente Antigua se planta sobre el escenario, inundado por el humo milenario. Cada nota que Serpiente Antigua hace brotar desde el proscenio apocalíptico de Mibar, se clava dentro del corazón de quienes quieren desligarse del falso creador, para volver su sangre a la primigenia presencia, esa oscura que irradia crudeza.
La noche pide sangre siguiendo al sol para dar paso dar paso a la dama que desde su púlpito severa nos embriaga; inundando la escena de opresión severa, los acordes nos llevan a encontrar una luz sin igual esa que Serpiente Antigua enceguece al cavar la catarsis qué el Brujo nos llama a escuchar.
Serpiente Antigua entrega su fuego mortal que va más allá de las nubes que opacan el mirar, erigiendo un monolito que el ídolo le negara al necio bastardo que segado quiere seguir infectado, por los funestos sonidos que emergieron desde el socavón que se vuelve a cavar dentro de este negro andar. El viajero que acompañó a Serpiente Antigua en su profesar escuchó como hablaba el camino, supurando las historias de cuando el cielo no existía y la vastedad se volvía eterna. Las evocaciones fueron el manto que cubrió de sonidos bastardos a todos los que escuchamos el llamado que esta tremenda banda proclamó desde el escenario.

OCULTUM
Ocultum tiene una esencia realmente oscura, con sones de una naturaleza que descarga putrefacta crudeza, que solo hacen volver más lóbrego el maldito profesar sonoro que descargan como condenados por las profecías expelidas por los condenados de antaño.
Sones que desgarran el alma encolumne de cualquier ingenuo que no está acostumbrado, volviéndolo pecaminoso y nauseabundo, es por ello que, en vivo, Ocultum, es una muestra de saturación de blasfemias a los oídos acostumbrados a navegar por los mares llenos de miseria. Con impíos vocablos que solo nos acercan aún más a ese limbo, caemos rendidos a las brasas del lujurioso infierno.
La agrupación demuestra sobre el escenario toda su naturaleza densa, tupida y espesa, haciéndonos entrar en un pantano nauseabundo en donde a cada paso se te pega el barro volviendo imposible seguir caminando. Por momentos es opresivo, con una densidad sonora profunda que va recorriendo cada centímetro de tu cuerpo, para entrar en un letargo hipnótico y severo, de raíces muertas en donde el maldito peso nos lleva a la condena eterna.
Ocultum nos emancipa con una oscuridad pétrea, que, desde los primeros riffs y los golpes de batería, vuelve todo un trance hipnótico, apocalíptico, sumergiéndonos en un lodo malditamente empalagoso realizando su ritual sobre la cruz que sangrante se mantiene, esa la del falso profeta que aún pequeños malditos profesan, el pantano toma su sitial mientras los malditos acordes inundan sin misericordia las cabezas de los presentes que en un estado catártico se unen al rito eterno, llamando a los bastardos que han emergidos desde las criptas que sangrantes se manifiestan.
La oscuridad inmisericorde revienta la cabeza, volviendo todo un trance hipnótico, impregnándonos en una viscosidad malditamente espuria.
Ocultum cerró una maldita noche volviéndola fosca, como una criatura funesta que se abre paso desde la oscuridad eterna, esa que es milenaria convirtiéndose en un abominable monstruo, severo y único, que se extiende de manera agresiva y soberbia sobre la mente de nosotros, los penitentes.

