Rugido Austral
RUGIDOS DEL AYER
ALBUM REVIEW:
SODOM ´AGENT ORANGE´-1989.
ESCRITO POR KORGULL MCLEOD
EL MANIFIESTO PACIFISTA DE SODOM
¿Qué tienen en común Slayer y Sodom? Ambos, a pesar de la diferencia de contextos geográficos y el charco que los separa, empezaron como una explosión de pura maldad. Ambos dieron el paso concluyente desde la inclemencia del infierno y el horror satánico hacia conceptos cada vez más ligados al terror de la realidad. Los californianos hicieron lo propio con “Reign In Blood” (1986), una placa a la que se le puede atribuir todo el maremoto sónico que llegó después con el death y el black metal. Mientras, los alemanes terminaron por pulir a fuego y sangre su identidad con trabajos fundamentales como “Persecution Mania” (1987) y el definitivo “Agent Orange” (1989).
Mientras Slayer abarcaba el concepto de la guerra y el asesinato en tercera persona -de ahí las polémicas al acusarles de cierta postura política que jamás cultivaron-, el caso de Sodom es único. Como parte de la oleada thrash liderada por Kreator y Destruction, Sodom se ganó su lugar a sangre y (mucho) pulso, evolucionando notablemente desde la aspereza extrema que el EP “In the Sign of Evil” (1985) expelía hasta lo indescifrable. “Obsessed By Cruelty” (1986), el LP debut, se encontraba en la misma frecuencia de ruido y bestialidad desde la tripa, pero la “mala” calidad de la grabación original obliga, valga la redundancia, a su regrabación para ser posteriormente reeditado en EE.UU. Será con “Persecution Mania” que la banda nacida en Genselkirchen adquiere un nuevo nivel de experiencia, optimiza sus ideas y jerarquiza su trabajo en estudio. La recepción es todo un éxito y el registro en vivo “Mortal Way of Live” (1988) captura el distintivo de Sodom en su momento de mayor fulgor… y en estado químicamente puro.
Llegando a 1989, “Agent Orange” es toda una sorpresa, incluso entre los fans más duros. Un trabajo mucho más cepillado en sus detalles, pero siempre coherente con la ferocidad bramada por un veinteañero Tom Angelripper, fan de Motörhead hasta el sudor. Un nivel de ejecución mejorado, a la vez que se nota a kilómetros la energía del directo traspasada al estudio como una bomba nuclear. Y en cuanto a ideas e imagen, atrás queda los berreos satánicos y la imagen demoníaca en cuero y tachas de esos días primigenios. Al igual que Slayer, también abordan el horror del mundo real, específicamente la guerra. Pero en vez de hacerlo desde el punto de vista documental -como solían hacerlo entonces Araya, Hanneman, King y Lombardo-, apelan al tema en un sentido pacifista. Lo dijo Tom Angelripper hace unos años: “¿Por qué escribimos sobre la guerra? Porque no queremos la guerra. Queremos describir lo mala que es la guerra”. Y la idea basada en la guerra sucia de Vietnam daba, al menos en los ’80s, material de sobra al momento de contar historias de aquel horror de sangre y locura que hasta hoy genera efectos devastadores en la mente humana.


Desde el arranque con la pista titular del álbum, notamos el perfeccionamiento de Sodom hacia un nivel de agresividad y ejecución reforzada con el viraje hacia caminos impensados dentro de su habitual metralla de ruido y furia. “A fire that doesn’t burn!!”, en esa pura línea del coro la portada del álbum cobra vida y movimiento, con la voz de Tom proyectando la madurez necesaria para exigir su garganta, a la altura de lo que requiere tocar música agresiva en su sentido literal. Frank Blackfire en la guitarra y el baterista Chris Wtichhunter, ambos disponiendo sus competencias instrumentales en favor de la implacable balacera que Sodom ejecuta como reflejo de un mundo enfermo. Hay más protagonismo en cada instrumento, y eso implica su traducción a un contenido sónico mucho más beligerante y, al mismo tiempo, capaz de extender su sonoridad sin extraviar el hilo conductor. Como lo que ocurre en “Tired and Red“, cuyo pasaje acústico en medio -muy al estilo de los Metallica de “Master of Puppets“-, encaja de manera fluida con la idea de un mundo desolado, donde rige la ley del más fuerte.
Ante toda definición o análisis de pulcritud, “Agent Orange” es un disco cuyos momentos definen la esencia del thrash metal “made in Germany“. Es decir, el énfasis en la agresividad hasta lo extremo, en algunos pasajes cediendo el espacio necesario para llevar el trabajo de escritura por caminos ignotos. Y cuando se disminuye la velocidad, siempre será en favor tanto del espesor y la bruma (“Incest”), como de la melodía (“Remember the Fallen”). En ambos casos, la intensidad es un factor primordial, y eso también explica por qué Sodom, a la par de Kreator y Destruction, forma parte de una división de avanzada que supo trascender a lo largo de su extenso catálogo.
El sonido de avión que se ubica al fondo en “Magic Dragon“, es pura historia y el nombre de la pieza te da una pista más clara. El bombardero AC-47, un avión de ataque pesado, desarrollado por el ejército estadounidense, con el cual proveían apoyo aéreo a las tropas en la selva vietnamita. Como en la portada del disco, denotando el interés de Sodom por la guerra desde la historia hasta las consecuencias sociales y políticas que marcaron a generaciones completas.
Si bien “Exhibition Bout” es una pista magnánima en cuanto a ejecución y destreza, se siente más bien como una carga de gasolina antes de una prueba de velocidad. Y es que “Ausgebombt“, además de dicha prueba, es una declaración de principios, lo más cercano a un “Ace of Spades” con una clara advertencia sobre la guerra y sus efectos en la humanidad. “No trade with death, no trade with arms, dispense the war, learn from the past“. No es un pacifismo cursi ni tirado al idealismo hippy, sino un llamado drástico a evitar un conflicto armado que no hace más que arrebatar la vida a quienes deben lidiar con la agresión insensible en todo el mundo. Como reza el texto al interior de la portada del disco, probablemente siguiendo el ejemplo de sus compatriotas Accept en el seminal “Balls to the Wall” (1983). Algo saben los alemanes sobre lo que puede generar un conflicto político y armado, incluso dentro de su propio territorio. Por cierto, “Agent Orange” fue editado en 1989; en noviembre de ese año, es derribado el Muro de Berlín y Alemania vuelve a ser una sola nación.
El redondo cierra con “Baptism of Fire“, una descarga de poder ardiente y con la banda en su todo llevando la experticia instrumental a un tope de ejecución que, al menos en su época, era toda una innovación a seguir para lo que después sería el death metal en el amanecer de la década siguiente. Curiosamente, es un momento que no goza de la misma presencia en el repertorio que sus ‘hermanos’ más aventajados, pero su elección como broche de álbum dice otra cosa respecto a la forma en que “Agent Orange” culmina el bombardeo metálico. Como bonus track, una interesante versión de “Don’t Walk Away” de los ingleses Tank, una banda que en sus inicios bebía sin complejos de la misma cacofonía incontestable de Motörhead. Queda claro ahí que Tom Angelripper expone intacto su devoción por el heavy metal británico, incluso a pesar de que finales de los ’80s la movida ya no era más que un recuerdo (salvo por los imperiales Priest-Maiden-Lep-Saxon, claramente).
Su disco más importante, más allá del gusto personal. Un “grandes éxitos” en todo su esplendor. Una portada que define la médula del thrash metal en su forma más radical y coherente. Liderada por un motörheadbanger que se mantiene hasta hoy al margen de las grandes luminarias, pero que heredó del entrañable Lemmy Kilmister la convicción que requiere hacer esta música áspera y sin concesión a nada ajeno a su objetivo.
Y un mensaje que nos recuerda lo repugnante y aterradora que es la guerra, y la sin-razón de quienes apoyan la barbarie.
Quienes justifican lo abominable, olvidan que el metal no transa con muerte ni con armas. Y se agradece el mensaje que Sodom le refriega en la cara a quienes aún se resisten a aprender del pasado.
SODOM se estará presentando el próximo 23 de marzo en el METAL BEER OPEN AIR en el Hipódromo Chile.
Las entradas ya se encuentran a la venta por sistema PuntoTicket haciendo click AQUÍ
