Rugido Austral
MUDHONEY & ALaIN JOHANNES
RUIDOSOS, ASESINOS E INTREPIDOS
Escrito por KORGULL MCLEOD
Fotografías por LUIS YAÑEZ
Hablar de Mudhoney puede parecer una anomalía si ponemos su nombre al lado de los consagrados del terremoto rockero con epicentro en Seattle durante los ’90s. No cuentan con un “rockstar” mártir en sus filas, y su imagen-concepto distaba a kilómetros del hundimiento personal que ensombreció a toda una generación. Referirnos a Mudhoney es hablar de ruido y contundencia en toda su forma, con el humor y la energía potenciando el contraataque ante el estándar de esos años. Desde el paroxismo terrorífico de su LP homónimo (1989) hasta la lozanía que destila el más reciente “Plastic Eternity” (2023), hay algo en Mudhoney que les ha permitido mantenerse vigentes en base a sus propias armas. De alguna forma, el mantenerse alejados de las grandes luminarias le ha permitido a Mark Arm y su pandilla procrear música enorme e inclasificable, capaz de hermanar a Hawkwind, The Stooges y Black Flag en una estampa única y atemporal.
Se demoraron mucho en volver. Casi 11 años desde aquella jornada en La Cúpula del Parque O´Higgins, como plato de fondo del festival Sub Pop. Por entonces, venían promocionando “Vanishing Point” (2013), una radiografía precisa del resurgimiento a la grandeza tras unos 2000 algo extraviados. En 11 años, llegaron “Digital Garbage” (2018) y el mencionado “Plastic Garbage” (2018), dos placas frescas de nivel atómico. La generosa presencia de ambos trabajos en el repertorio actual, dice mucho respecto a lo que es Mudhoney tanto hoy como ayer, sin depender de las sandías caladas y dejando en claro que lo suyo es un propósito que rebosa ideas y energía a raudales. Señores de 60 años, provocando un maremoto sónico como en esos ’90s que no te contaron, ahora con la sabiduría de la experiencia.
ALAIN JOHANNES
Recuerda hacer click en las fotografías para visión ampliada.
Con algunos minutos de retraso, la apertura a cargo de Alain Johannes – quien hace poco abrió el sideshow de Tool en el Movistar Arena- le dio el ‘vamos’ a una cita obligatoria, con “Kaleidoscope” inaugurando la liturgia. Una guitarra acústica, una voz prodigiosa y una carga emocional que hace de cada encuentro con Johannes un ritual de alivio e introspección. Su repertorio se inclina sin problemas a Eleven, probablemente, una banda de culto para los amantes del sonido rockero ’90s en su forma más pura, por lo que “Seasick of You“, “Nature Wants to Kill Me“, “Why” y “Reach Out” asoman de manera natural, con un ropaje distinto a sus versiones originales, pero con ese elemento que favorece el toque de emoción y honestidad que en vivo gana y gusta hasta la médula. Por supuesto, escucharlo entre canción y canción hablando de su experiencia como colega de Matt Cameron durante esos días en Eleven, le da a la experiencia en vivo una mística para quienes respiran aún esa época.
En un repertorio corto en tiempo y enorme en lo que proyecta, también hubo espacio para “Holey Dime“, original del colectivo Desert Sessions y “Hangin’ Tree“, esta última del fundamental “Songs for the Deaf” (2002) de Queens of the Stone Age. Un momento especial se da en este pasaje, cuando Alain relata su primer encuentro con Mark Lanegan, en el mítico estudio Rancho de la Luna, el mismo día en que escribió dicha pieza junto a Josh Homme. Una historia corta en palabras pero que dice mucho respecto a Johannes como figura de peso en el desarrollo de todo un género. Lo sabe toda una generación, una minoría que se congrega en silencio y se baña en lo que exuda la música, siempre en base a lo mínimo en recursos y apelando al máximo de una idea que trasciende.
mudhoney
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A eso de las 9:15, y en un Coliseo a dos tercios de su capacidad, la cuaterna Arm-Turner-Peters-Maddison se sube al escenario sin preámbulo ni fanfarria que valga. Solo llegar, enchufar instrumentos y los acordes iniciales de “If I Think” cundiendo entre el letargo inicial y los espasmos de ruido con que Mudhoney remeció a toda una escena. Si la pieza inaugural es de 1988, la siguiente y más nueva “Move Under” le da cara y hombro al clásico de turno, con la frescura propia de una idea que se antepone a cualquier opinión externa. “Plastic Eternity” es un álbum magnánimo en cada surco, y en vivo tiene eso que detona el disfrute con naturalidad. Y eso lo saben quiénes en cancha se entregan al frenesí durante la jornada.
¿Hablemos de catarsis y explosión? “Get Into Yours” es el pasaje perfecto y la masa de gente que se entrega al baile y el descontrol la tiene clara. Mudhoney es una institución conformada por cuatro personas que unen fuerzas para tocar la música que les gusta. Un misilazo al que le sucede “Nerve Attack“, en donde bajan los bpm pero mantiene la intensidad y la locura. Un pasaje que nos permite apreciar las virtudes de una banda sólida en todas sus líneas, y un respiro antes del siguiente bombazo. “Into the Drink“, cuesta creer que tamaña pieza fuera estrenada en 1991, el mismo año de “Nevermind” y “Ten“. Es solo que en Mudhoney lo que importaba era pasarlo bien, incluso bajo la bruma anímica que MTV resaltaba al momento de levantar a sus “estrellas” en dicho año. No, con Mudhoney no funciona así la cosa. Y por algo, después de 30 años en la ruta, una novedad como “Almost Everything” surte el efecto propio de la otra música, mediante una paleta multicolor que reparte brochazos de sonido lisérgico hasta el sudor.
El “Happy Birthday” al cumpleañero Steve Turner, cantado a todo pulmón por un Coliseo vuelto una caldera. La captura previa a lo que será el groove mambero de “Good Enough“. Como en su recordado videoclip, Mudhoney lo disfruta a concho, y nosotros en cancha nos sumamos como invitados y partícipes. No es solamente música en vivo, no es solamente buscar una etiqueta o hablar de una época determinada… ¡es una fiesta!, una celebración. Lo que una banda referente y (muy) diferente proyecta hacia quienes nos disponemos a abrazar como un voto de fe. Es solamente pasarlo bien, y encontrar mucho más a la vez. Como quienes vimos en MTV el video de “Judgement, Rage, Retribution” and Thyme” y no entendíamos nada a la primera, al mismo tiempo que tenía todo eso que en el directo provoca un oleaje incesante de gente y euforia pura. “Let It Slide“, “Sweet Young Thing (Ain’t Sweet No More)” y “Touch Me I’m Sick“, entre las tres, una descarga de metralla que no deja ilesos. Y el Coliseo viniéndose abajo una y otra vez, entendible desde lo que detona Mudhoney desde la simpleza hasta el propósito de mandar toda formalidad al carajo.
La cosa se relaja (?) en “Little Dogs“, una pieza juguetona que baja en parte la intensidad y nos permite apreciar las cualidades de una banda que multiplica su creatividad en el directo a pura rutilancia. De ahí volvemos en el tiempo a los días de “Tomorrow Hit Today” (1998) con la psicodelia ácida de “Real Low Vibe“. Una en la que podríamos quedarnos hablando párrafos, por la atmósfera que genera. Pero si están presentes “You Got It” y “Suck You Dry” en el set, está claro cuáles salen ganando en un público que respira tamaña cochambre sónica hasta los pulmones. Y es que Mudhoney tiene aquello que lo hace capaz de traducir su producción en estudio en un fragor de riffs y voces que extienden su sello hasta el sur del mundo. Y no conformes ahí, la sensación de meter los dedos en el enchufe se vuelve en el directo un bombardeo de ruido y octanaje que trasciende ante cualquier análisis clínico.
Juntas y ‘recién’ salidas del horno, “Souvenir Of My Trip” y “Tom Herman’s Hermits” te dejan marcando ocupado. Mark Arm, además de su tremenda labor en las seis cuerdas junto a Steve Turner, es un cantante de voz única y poderosa, dotado de una presencia escénica que se basta de un par de gestos para poner de rodillas a todo un recinto, como quien domina la lava en pleno volcán. Y el propio Turner, cuando Arm se ocupa de sus labores netamente vocales, te da una cátedra de despliegue sónico y feeling con lo mínimo en pirotecnia. Aprovechando el vuelo para destacar la base rítmica, nos parece de otra liga lo que Dan Peters se manda en los tarros. Un baterista que se mueve en el rock con la soltura propia del jazz, mientras Guy Maddison en el bajo ejerce como pivote de las guitarras y da cuenta de una solidez que hoy se extraña en el rock. De ahí es que tras repasar el fulgor del presente, la pateadura de “F.D.K. (Fearless Doctor Killers)” y el subidón vitamínico de “Oh Yeah” se sienten como estar en llamas. Por lo que ocurre en el escenario y la recepción de un público que se entrega al disfrute sin ‘pero’ que valga.
En una sección totalmente dedicada al período reciente, Mark Arm se saca la guitarra para desenrollar sus virtudes como frontman e intérprete realizado. “Next Time“, “Chardonnay“, “I‘m Now“, “Human Stock Capital“, “21st Century Pharisees” y “One Bad Actor“, una a una nos exponen un cuadro que de los 2000 en adelante se la jugó por la exploración de nuevos sonidos y la integridad artística. Una hilera que suena nueva, fragante, con sus creadores y ejecutores centrados en una idea que genera convocatoria en un teatro, con la potencia para echar abajo una arena o un estadio. Un material quizás no tan laureado como los de la época dorada, pero que se defiende y ataca con la misma bravura, la misma que el público abraza calurosamente.
Para el cierre, el blues mala leche de “Beneath the Valley of the Underdog“, cuyo espesor ‘sabbathero’ se deja caer con todo su peso. Y con Dan Peters despachándose un instante solista en los tarros, “Here Comes Sickness” termina derribando todo, con el fuzz a tope y desatando la catarsis final que culminaría 90 minutos de rock pesado y desprolijo. Faltan calificativos para describir lo que Mudhoney hace explotar desde el escenario hacia quienes atendemos al llamado del rock. Lo vienen diciendo los Stones, “es sólo rock ‘n’ roll, pero nos gusta”. Y en el directo, no esperábamos menos de una banda que prioriza la actitud y el objetivo ante cualquier distracción.
Más allá de que se le atribuya el origen de un movimiento musical como el grunge, Mudhoney tiene un universo, una mística a su alrededor. La experiencia de su show en vivo es una necesidad, un deber en estos tiempos de streaming y recurso digital. Todo lo que genera devoción al ruido en todas sus formas. ¿Te gusta el punk? ¿El hardcore? ¿El blues con vapor etílico? ¿El rock duro a la antigua? Mudhoney tiene todo aquello en su rúbrica, una que domina como nadie desde hace 37 años. Ruidosos, asesinos e intrépidos como nadie, donde y cuando se les plante.