Rugido Austral
FUIMOS A VER: LOS AÑOS SALVAJES- NACER PARA PERDER, VIVIR PARA GANAR.
ESCRITO POR: KORGULL MCLEOD
El pasado martes 08 de abril fuimos al Centro Cultural Matucana 100 para ser parte de la Avant Premier de la nueva película chilena denominada LOS AÑOS SALVAJES, gracias a la cordial invitación de Storyboard Media y Cactus Medios. A continuación les dejamos nuestras impresiones:
Johnny Cash, Lemmy Kilmister e Iggy Pop. ¿Qué tienen en común estos nombres? De partida, dejaron una huella trascendental, ya sea en solitario o al frente de una banda. Conformaron el arquetipo del individuo real; no eran ‘rockstars’ sino personas comunes que marcaron la diferencia en base al talento y un propósito genuino. Se aferraron a sus principios respectivos, contra viento y marea. No gozaron del mismo renombre que los consagrados que hoy te repletan un estadio, pero fueron objeto de veneración religiosa para las generaciones que los descubrieron muchos años después de sus años dorados. Todos personajes que representan el verdadero espíritu del rock ‘n’ roll, desde la tripa. Intérpretes dueños de una rudeza y honestidad que dejan a cualquier músico entrenado o cantante de academia sonando con la potencia de un mosquito, algo que no muchos tienen. Aborrecían todo lo que oliera a prefabricado y marketeado. Tipos auténticos hasta la médula, con la actitud siempre al límite. Como outsiders por naturaleza -o por las circunstancias-, observan desde afuera la vida y su entorno, con una sutileza que no conoce el filtro. Son todos ganadores… a su manera.
En el selecto grupo mencionado en el párrafo de arriba, y cumpliendo con todos los requisitos en cuestión, podemos incluir a Ricky Palace (Daniel Antivilo). Un cantante rockero de la Nueva Ola que ya ha vivido sus años de gloria y, en la actualidad, se gana los pesos se presenta cada noche en el mítico Bar Cochrane, en el barrio puerto de Valparaíso, y ante un público escaso, como un artista de culto. Una noticia insólita y desafortunada lo incentiva a promocionar -o mejor dicho, reivindicar- su nombre y prestigio como artista. Cuando anuncia su próximo show en vivo, se entera de que será el último en el Cochrane, pues el cierre del local es inminente. Entremedio, las consecuencias de una vida errante y marcada por el alcoholismo, y el provecho ajeno de un periodista inescrupuloso (Daniel Muñoz), son situaciones que Ricky debe afrontar con la frente en alto. Un antiguo amigo de juventud, hoy convertido en una estrella internacional (Alejandro Goic), resurge en la palestra tras hacerse inapropiadamente de un éxito antiguo que Ricky escribió hace décadas, cuyo significado devela su secreto mejor guardado.

Así como debe arreglárselas en un mundo hostil y castigador con sus hijos ilustres, Ricky también encuentra comprensión de parte de su amigo, el administrador del Bar Cochrane (José Soza), quien eleva su rol desde la cotidianeidad hasta un punto tan impensado como vital. Completa el cuadro una joven seguidora (Nathalia Galgani) que no solamente le profesa su profunda admiración, sino que le brinda su amistad hasta el punto de escuchar a Ricky hablar desde el corazón herido ha resguardado bajo su estampa de hombre rudo y hosco. Lo cual refleja la dualidad de un personaje que, a pesar de sus decisiones y desventuras varias, jamás reniega de su humanidad y, por ende, sabe a quién escuchar y por quién ser escuchado.
Con banda sonora compuesta e interpretada por Sebastián Orellana -compositor e integrante de La BIG Rabia-, “Los Años Salvajes” es una película atrapante, con subidas y bajadas pronunciadas en una misma biósfera, como los 42 cerros porteños. Los recuerdos, las amenazas y las revelaciones se distribuyen en un equilibrio que no apela a la perfección, sino a la captura fotográfica de un veterano rockero que sobrevive a una época voraz, con el envejecimiento, el trauma de la pérdida y la destrucción del ego conformando un relato de supervivencia. Y es que Ricky no solamente vive una pelea constante contra el mundo, sino que se enfrenta a la posibilidad de que su figura y legado podrían desaparecer, incluso antes de que se lo lleve la muerte de manera natural. Al mismo tiempo, la derrota cotidiana y las viejas rencillas emergen como parte de un camino que Ricky Palace toma como opción de vida. No se entiende su leyenda y su figura de culto sin el infortunio al cual nuestro antihéroe debe darle cara, una mochila que no se dispone a soltar, ni por la oferta millonaria de un viejo y afamado amigo que, valga la redundancia, le ofrece por un mejor pasar económico.
Podríamos limitarnos a destacar el desempeño actoral de todo un reparto de primer nivel. No obstante, sería un error no reparar en un personaje igual de importante: Valparaíso. El casco histórico, el Barrio Puerto. Los pasajes y recovecos del viejo puerto que amarra a sus hijos como el hambre. El recuerdo latente de la bohemia porteña, la que Ricky Palace respiró con sus luces y penumbras durante su apogeo, poco y nada que ver con el rostro de fría indiferencia con que la ciudad mira hoy a su hijo más rebelde. Y es que la visión del director Andrés Nazarala, además del relato, se traduce en una caminata por los rincones de una ciudad que habla en base a la vista. No es solamente el escenario, sino un paisaje con los vestigios de una época irrepetible. Es la ciudad que vio florecer a Ricky como artista promisorio, para hoy apenas reconocerlo apenas como ‘otra gloria pasada’.
Tanto Andrés Nazarala como la guionista argentina Paula Boente coinciden en que “Los Años Salvajes” es una obra que nace desde la música. Y es que Ricky Palace, además de su estilo proto-punk y su parada de sobrevivencia a sus 65 años, es un artista que expresa lo que siente. Puede sonar cliché, pero no así en determinados puntos de la película, sobre todo uno en el cual nos damos cuenta de la relación entre su composición más apreciada y el secreto personal que ha guardado durante años. Un secreto doloroso, pero que da cuenta de una condición humana a flor de piel, la cual muchos reniegan bajo la apariencia, pero que caracteriza a Ricky como un tipo de corazón enorme.


La gran lección que nos deja “Los Años Salvajes“, además de su apasionante narrativa, es que nadie elige dónde nacer, pero sí dónde, cómo y cuándo morir. El buen morir. Y es lo que nos gusta de Ricky Palace. Por eso nos identificamos y empatizamos con él, a pesar de todo. Un tipo que nació para perder y vive como un ganador, pero de los de verdad. Los años salvajes, la etapa a la que alude el título, no son solamente están en el recuerdo imborrable, sino en el presente de quienes sabemos que esto “no termina hasta que termina“.
Sinopsis
El rockero olvidado Ricky Palace (65), se ve en apuros económicos cuando cierra el bar donde toca para sobrevivir en Valparaíso. Al mismo tiempo lo declaran muerto por error en un diario local. En un acto de reivindicación, decide reclamarle a su rival Tommy Wolf -estrella en el extranjero- los derechos del hit que le robó. Después de intentos, amenazas y secretos revelados, abandona su vida miserable en el puerto por irse a vivir al sur, donde llevará una vida tranquila y un trabajo estable por primera vez. Pero la calma del bosque no lo satisface y dejará todo nuevamente para reencontrarse con Valparaíso, su bohemia y su música.
Estreno
Disponible en todos los cines del país desde el 10 de abril 2025.