Rugido Austral

FUIMOS A VER: UNA LUZ NEGRA
LA VISIÓN DE LO IRREPARABLE

ESCRITO POR: KORGULL MCLEOD

Partiendo del significado literal, la luz negra es un artefacto que emite ondas largas de luz ultravioleta, con un componente milimétrico de luz visible. Se utiliza en lugares con mucha penumbra y sirve para resaltar algunos tonos normalmente poco perceptibles para el ojo humano bajo una iluminación normal. Entre otros usos, está la marcación de artículos en forma “invisible”, así como en el campo de la medicina ayuda a detectar la presencia de ciertos trastornos o afecciones cutáneas.
 
El título de la película dirigida por Alberto Hayden tiene sentido durante sus 75 minutos de duración. Jorge (Francisco Pérez-Bannen), descubre que un joven con su mismo nombre falleció hace unos años atrás. Lo más abrumador es el parecido entre ambos, lo que evoca en Josefina (Patricia Rivadeneira) el regreso a un duelo supuestamente apaciguado por el tiempo. En ambos notamos que tamaña coincidencia marca un punto angular en sus vidas; mientras Josefina revive un dolor que la amarra hasta el umbral de la soledad, Jorge se sumerge en el misterio hasta un punto de no retorno.
 
Desde el primer al último cuadro, la película explora el sentimiento de la pérdida como un enfrentamiento entre la ausencia física y la presencia del recuerdo. Tal como lo expone su director, hay una inspiración en la resonancia que ejerce un ser querido al dejar el mundo material. Lo que deriva en un relato inclinado hacia la reflexión y la búsqueda espiritual desde el dolor. Lo podemos notar en Josefina, un personaje que entabla un misterio arraigado en el equilibrio entre el dolor y la duda. Al mismo tiempo, el personaje interpretado por Francisco Pérez-Bannen reluce una presencia que, de a poco, se transmuta a la abstracción. Ambos personajes, por supuesto, están bien construidos y la mirada del director profundiza lo justo y conciso en cada uno, lo que nos permite encontrar el punto angular que diluye las diferencias entre ambas partes. 
 
Tan destacable como las actuaciones, son la fotografía y el trabajo sonoro. La primera es fundamental para entender los entornos en que se mueven Jorge y Josefina, en algunos casos adquiriendo un simbolismo sutil y decidor al mismo tiempo. En cuanto al sonido, la casi ausencia de música y el uso canalizado de efectos en ciertas escenas nos mantienen en vilo, como una alerta omnisciente. Como resultado de esta simbiosis fotografía-sonido, se desarrolla un aire de secreto que atrapan al espectador sin necesidad de caer en el recurso fácil. Y es que la visión de Alberto Haydn obedece a la búsqueda interior y las constantes preguntas -y lamentos- que surgen ante el dolor de una pérdida, incluso sin importar el tiempo transcurrido.
 

El gran rasgo a remarcar en “Una luz negra” es su valentía. La convicción de un relato que no va por la digestión fácil, sino que funciona como un espejo de quienes deben lidiar con la ausencia física, en muchos casos irreparable. No busca recurrir a lo convencional, sino que utiliza una serie de recursos cinematográficos en favor de un significado y, sobretodo, una atmósfera identificable. Por eso es que el letargo que muchas veces buscamos evitar, acá lo abrazamos como un estado anímico tan cálido como letal. Lo notamos en cómo Josefina proyecta su dolor con un par de gestos y movimientos, así como en la luz que Jorge transmite para consumirse de a poco. Es la esencia de lo lejano, el corazón de lo ausente lo que se manifiesta en el celuloide.

Lo que solamente la luz negra de nuestro ser puede descubrir ante la omisión por nuestros cinco sentidos

Sinopsis

Estreno