Rugido Austral
DEVS MORTVORVM Y SANGRIA EN MIBAR:
ORGIAS DESDE LAS RUINAS DEL HOMBRE
En una escena cada vez más seccionada en géneros y subgéneros que toman nuevas formas, sea para bien o para mal, se cuenta con los dedos de la mano aquellos nombres noveles que buscan -y logran- regresar a las vibras originales. Y la expectativa es mucho mayor cuando hablamos de un grupo en el que sus miembros llevan toda una vida haciendo metal, como es el caso de Devs Mortvorvm. En palabras del propio Claudio Carrasco, la idea era hacer música bien cavernaria, lo que implicaba tomar el death y el doom metal para fusionar ambos estilos en una firma tan lenta como podrida. En otras palabras, hacer música que proviniera desde la tripa misma, considerando además que el metal, por un tema de naturaleza, viene de un lugar muy abajo. Y en un escenario con la estirpe de MiBar, la promesa de interpretar su primer trabajo en estudio se cumplió de manera cabal e incluyendo a Sangría como ilustres invitados.
Escrito por: KORGULL MCLEOD
Fotografías cortesía de MAURICIO AGUIRRE
Descontando los 10 años transcurridos desde que surgiera el concepto, Devs Mortvorvm tuvo que esperar un año desde el lanzamiento del demo que después daría nombre a su EP debut, hoy recién salido del horno. “The Oldest Crypt” es un trabajo concebido y forjado a la antigua, donde la escasa cantidad -tres canciones de su autoría y un cover- es compensada por una fluidez al momento de escribir y dar forma en el estudio. Lo mejor de todo, es que proyecta inmediatamente la intención de sus creadores, todos músicos destacados en sus respectivos proyectos titulares durante décadas, hoy haciendo simbiosis para cubrir un espacio libre donde en otros casos las fronteras son irrebatibles. Y es que cuando Claudio Carrasco unió fuerzas primero con David Briones (The Black Harvest), tomó su tiempo que las ideas cuajaran, sumando después al bajista Felipe Vuletich (BlackFlow) y el baterista Andrés Henríquez (Budasses, Saturno) para concretar el objetivo de un trabajo que captura un momento de creatividad único y preciso. Ojo, Vuletich es colega de Carrasco en Diabolvs, otra banda de naturaleza similar, pero marcadamente distinto respecto al temple más expansivo de Devs Mortvorvm.
Cubierto en la noche de un Santiago castigado por las bajísimas temperaturas, el despliegue de Sangría en vivo basta para proporcionar calidez, al mismo tiempo que escupe su implacable lodazal sónico. “Agnosis” y “Cegados“, los primeros misilazos del metal fangoso y gangrenado que los hermanos Osvaldo y Carlos Frías Salazar vienen cundiendo durante dos décadas, caen con todo su peso hasta formar un abismo, del cual las más recientes “El Alma Gris” y “Orígen” -ambas del flamante LP “Esclavo de la Ira” (2024)- se levantan solamente para hundirnos en su propio alud de odio y miseria humana. Todo lo que parece alegórico en estas líneas, deja de serlo cuando reparamos en las virtudes creativas traduciéndose en el directo a una exhibición de jerarquía y podredumbre que incluso sorprende hasta al metalero-melómano más versado.


El aporte de Pablo Ravelo en los tambores es extraordinario. Un músico que se complementa con naturalidad al hedor de ruido y metal que Sangría proyecta sin discusión que valga. Como lo que apreciamos en “Hijos de Nada“, donde el patrón tribal que corona el riff principal, en vivo se aprecia el distintivo que se expande hasta el último rincón del mundo. O la firmeza que le da a clásicos de la talla de “Pestilencia“, donde tanto los ladridos encarroñados de Osvaldo como la guitarra colmada de Carlos construyen la seña opresiva con que Sangría reluce su corona como referente máximo del sludge metal en nuestro país. Y ya que hablábamos de Osvaldo, su dominio en el bajo deriva en el efecto de mazazo que reciben nuestras cabezas. Lo que explica que “Demencial“, por ejemplo, en el directo preserve su distintivo mediante un englobe de agobio y catarsis inusual en estos tiempos de uniformidad. Y con un juego de luces que varía de acuerdo a la altura en el repertorio, el espectáculo de Sangría se vuelve tan absoluto como chocante para quienes -aún- no están familiarizados con el rock pesado en su forma más primitiva.
A medida que pasan en la recta final “Somnia“, “Ritualista“, “Sentencia y Agonía” y el broche con “Reino del Hambre“, nos da un gusto tremendo el odio que Sangría dirige al status quo. Siempre con un sonido demoledor, cuya fuerza para aplastar cráneos por docenas y centenares va de la mano con la experiencia de sus integrantes. Incluso ante alguna partida en falso en medio del repertorio, está claro que hay un propósito elaborado a base de riffs con afinación bajísima y distorsión, todo potenciado con un acople propagado sin misericordia alguna. Es lo que realmente importa, lo que hace a Sangría un nombre angular en las alcantarillas más fétidas del metal.

Si algo de lo que se venía en el primer lanzamiento de Devs Mortvorvm ya había visto la luz durante alguna presentación anterior hace unos meses, la escalofriante intro del zumbido de moscas que da paso a “Orgy in the Graveyard” se vuelve la señal inmediata de un acontecimiento. Es el arranque perfecto de un espectáculo quizás breve en cuanto a material y duración, pero con la fuerza suficiente para hundirnos en lo más profundo de la fosa común que Autopsy, Goatlord y el primer Cathedral cavaron hace más de tres décadas. Así es como entendemos la propuesta de una agrupación integrada por veteranos de mil batallas, todos disponiendo sus facultades en favor de un estilo que apela a las viejas formas como base. Lo sabe el propio Claudio Carrasco, quien aprovecha sus dotes en la voz gutural con la convicción propia de quien se inició en la música durante la época del cassette-demo y el fanzine impreso en blanco y negro. Una idea que David Briones expande desde su labor en las seis cuerdas, traduciendo al directo la variedad de texturas respecto a lo concebido en el estudio.
Tal como en el disco, el repertorio cunde a fuego lento. El tiempo que Devs Mortvorvm se toma para que cada pasaje adquiera una estatura memorable, como podemos apreciar en la titular “The Oldest Crypt“, donde queda demostrada sin peros ajenos la maravillosa virtud que Devs Mortvorvm desenvuelve ante un público que apalea el frío santiaguino. A punta de metal lento y pútrido hasta la médula, tenemos un supergrupo que aplica toda su experiencia en favor de su propia matriz de metal pestilente con sonido de ultratumba. Es reconfortante apreciar la claridad de una agrupación que mira hacia atrás y, al mismo tiempo, presenta ideas frescas que derivan en una oscuridad inmersiva. Y en vivo, son esas ideas las que prevalecen sin depender del Currículum Vitae ni de las influencias más reconocibles. Es una propuesta que funciona en base al ecosistema que sus creadores vienen respirando y habitando durante más de tres décadas.


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“Vamos a tocar el material de nuestro primer álbum, el único que tenemos“, bromea Claudio Carrasco aludiendo tanto al recién estrenado EP “The Oldest Crypt” como al escaso material que conforma el repertorio de la noche. Y es que cuando llegamos a “Love for the Dead“. tenemos el death y el doom hermanados en una misma biósfera de horror lovecraftiano, lo que la banda remarca a nivel visual con unas calaveras apiladas en una mesa, una escenografía quizás sencilla en sus proporciones, pero totalmente acorde a los relatos de muerte y necrofilia que Carrasco esboza durante los casi 35 minutos sobre el escenario. A resaltar también la consistencia de sus intérpretes, en especial lo que hace David Briones como la única guitarra, meritorio cuando se tiende a asumir que se necesitan dos para sonar brutal en dichos terrenos. Y aquí es donde el trabajo de Felipe Vuletich en las bajas frecuencias es tan importante como efectivo. No es solamente sostener el riff principal, sino otorgarle a su instrumento una ‘voz’ que con lo justo y necesario pueda trazar la profundidad del abismo hacia el cual descendemos sin posibilidad de emerger nuevamente hacia la luz. Por supuesto, el entendimiento entre Vuletich y Andrés Henríquez en la base rítmica es una cátedra de habilidad y solidez al servicio de la música. Respecto a Henríquez, su estilo arraigado en el doom y el sludge lo hacen un elemento vital para extender la firma de Devs Mortvorvm hacia aquellas cavernas donde muchos sueñan con poner un pie y pocos salen de ahí para contarlo.

Terminando un espectáculo tan envolvente como sólido, el broche lo pone “Acid Orgy“, original del desaparecido grupo estadounidense Goatlord. Una elección inteligente y honesta por tratarse de una agrupación que puso la piedra angular del metal lento y bestial con sus primeros demos y el debut “Reflections of the Solstice” (1991), lo que da cuenta de lo que es Devs Mortvorvm en su integridad artística. El final preciso para una presentación quizás corta en minutaje y material expuesto, pero suficiente para apreciar con nuestros cinco sentidos el mar de osamentas y cadáveres descompuestos que estos señores del metal chileno liberan con total maestría. Necesario destacar la presencia de Sangría, pues si hay algo en común entre el sludge y el death-doom es el sentimiento de frustración y pérdida que se refleja en un sonido pesado, lento y, sobre todo, voraz por su carga emocional. Tan salvaje y espeso como las orgías a la que los muertos en vida se entregan desde las ruinas del hombre