Rugido Austral

Possessed en Chile: El infierno sacudio con tortura inyectada de locura

Escrito por KOLORO

Fotografías por RUBÉN GARATE

Anoche un vendaval se apropió del Teatro Cariola que a pesar de las yagas que le fueron infringidas se apiadó de tanto imberbe que no se contuvo de su precoz emoción.

24 de Junio 2025, Santiago.

Kolossal Remains

Desde las tinieblas nos llegan sones infectados de crudeza, una intro penetra la oscuridad que se asienta con calma sobre un Cariola que excitante palpita, el escenario toma forma, manifestándose sobre cuatro figuras que a pesar de su joven deambular demuestran un oficio casi natural, Kolossal Remains es una bocana de nuevo aire podrido y están decididos a sonar como si hubieran salido en los noventa, con vocales salidas desde las mismas cavernas del infierno y con gruesos y potentes riffs que destrozaron más de algún débil cráneo. 

Es como si estuvieras atrapado en una mazmorra, inmerso en medio de un ritual de sacrificio en dónde la carne humana se acumula, se descompone, y hubo forma de escapar del maldito aire nauseabundo que se elevó en el lugar.

Los cadáveres en descomposición marcharon al ritmo de la batería que golpeó en forma disonante, alternando la violencia de los golpes con una extrema velocidad, y a la vez bajándole un cambio al constante martillar, cuando el tecnicismo hacía hincapié en el triturar, los riffs fueron de una pesadez nauseabunda, logrando el engranaje perfecto para seguir despellejando cuerpos.

Kolossal Remains nos hizo levantar los primeros cuernos, alzar las primeras copas y como si fuera poco nos demostraron que a pesar de su joven andar son crudos y directos, con esas reminiscencias a la vieja escuela, a esa que suena y huele a putrefacción, que en cada riff te destroza la cara, para que dé apoco comience la opresión del sello que impregna la juventud.

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¡¡¡¡Levanten las copas porque el infierno que desata Kolossal Remains anunciará el fin de los tiempos!!!! 

Execrator

Torbellino de perversidad llena de ignominia que lacera el espíritu penitente de aquellos cobardes malditos que no tienen la capacidad de liberarse de las débiles ataduras impuestas por nimios dogmas, viviendo en un constante espiral de vergüenza y miedo. 

Es allí donde ahínca toda su agresividad la bestia que se tomó por asalto un maldito escenario de centro de Santiago, para liberar pensamientos y depurar esos espíritus que vuelven a quedar impíos después del sacrificio.

Execrator se vuelve severo al disparar con llamaradas de fuego toda su artillería, mostrándonos toda la furia por este hipócrito sistema, en donde la oscuridad se hace presente por el constante machacar que nos entrega, sin entregar ningún respiro a los sanguinarios que presentes en ese maldito teatro retrocedemos a los noventa, en dónde el underground expelía su mísera.

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Las llamas que consumen cada hipócrita iglesia se hicieron presentes en una noche que caldeaba a pesar del frío nocturno que caía sobre las cabezas de los engendros que lentamente hacían su ingreso a la ceremonia que desde el centro quemaba con fuego.

Golpeando fuerte en directo, al igual que en aquellos lejanos tiempos en dónde la furia se desataba sobre los escenarios con una virulencia única y maligna, la profanación se hizo posible en cada pulsada y lo vivido dejó una huella impregnada en la memoria del tiempo. 

“Sigan firmes en su senda, no teman y sean temidos. Mantengan encendidos los calderos y afiladas las dagas. Brindemos por los valientes y no por los impostores.

Que los Dioses Negros del Caos os devoren y nos llenen de sabia eterna. ¡El viaje es largo y sus alas son negras!  Fuerza y Honor… Hasta la Muerte”

Possessed: siete iglesias en llamas

La bestialidad se tomó por asalto a cada maldito ser que ayer se bañó con la sangre de Seven Churches. La tierra abrió sus fauces para dar paso a la bestia que inconmensurablemente fue despedazando cabezas, cercenado sueños y arrebatando la vida a millones de cobardes que tuvieron la vista puesta en sus despojos, así se fueron cerrando los ojos por miedo a ver lo que verdaderamente pasó en una noche despiadada de descontrol.

El fuego irradiante quemaba desde el primer instante, siendo el acto principal de una noche inolvidable, el dominio de la medusa que volvió a la locura las cuerdas cabezas de algunos que aún creen que todo puede ser tangible y palpable. El paroxismo fue una catarsis en plena ebullición en dónde no se dio respiro para tanto metal muerto que se desenterró desde las mismas fauces del averno.

Ese que vio su nacimiento en la vieja escuela que brotó en los albores de la malignidad, desde esos causes que cambiaron ríos para desembocar en mares que transformaron una tranquila marea en furiosos vendavales. Alteraron el destino de miles, escribieron nuevos sonidos en partituras que se transforman en la piedra angular, como mandamientos venidos desde el mismo infierno, que a lo largo de los años son la base para un género entero, eso no significa que los moldes no se rompan, por el contrario, solo siembran la semilla que germina en millones de nuevas energías, en llamaradas que invocando desde tiempos ancestrales se tomaron por asalto este maldito plano.

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La noche de Possessed fue una locura en extremo despiadada, abogando a la bestia que permanece en todos dormida, cada banger volvió su terreno en un mar de insanidad mental, en donde el mosh fue un acto infernal, que volvió la cancha del Cariola en un campo de batalla pocas sin igual.

La violencia y brutalidad al ritmo de los malditos e infernales sones que Possessed desde el escenario escupía se transformaban en destructores venidos de la vieja escuela, ese clásico Seven Churches, fue el deleite de las malditas almas que seguían quemándose a pesar del tiempo, en el infierno que se volvió la pista del paredón.

 

Jeff Becerra y compañía en todo momento vivieron en plena conexión con la fanaticada de aquellas almas perdidas que volvieron a pisar la tierra con un acto que desde el mismo averno enarboló las banderas llenas de blasfemias que colmaron la mente de cada maldito ser viviente.