Rugido Austral

BRUTAL ASSAULT 2025 Warm-up party y dia 1

Luego de unas semanas ya estamos de vuelta en casa, en Chile, después de haber vivido nuevamente la brutalidad máxima: el mejor festival de metal del mundo, Brutal Assault, en su edición 2025.

Esta fue mi tercera vez en el festival y, sin duda, la mejor hasta ahora. La vibra que se respira es única: personas de todas partes, músicos, técnicos, todos aportan a un ambiente tan agradable y cómodo que lo convierte en una experiencia inigualable. No vimos conflictos, solo gente disfrutando del momento.

Los dos escenarios principales reciben desde temprano a las bandas que inician la jornada y a los grandes nombres que cierran la noche. En medio de la fortaleza está el escenario con forma de octágono (Octagon), siempre repleto, donde era necesario llegar con anticipación para asegurar un buen lugar. A un costado se encuentra la galería de arte, y al otro, una barra de cervezas que nunca falta.

El Obscure Stage, que antes era techado, ahora está al aire libre. Ahí se presentan bandas más under o con menos seguidores, lo que lo hace perfecto para los fans acérrimos que quieren vivir a fondo la música de sus favoritos desde la primera fila.

El KAL Stage, el más pequeño, está ubicado en el bar de absenta: un lugar oscuro, lleno de sillones donde incluso podías dormir una siesta acompañado de música electrónica introspectiva que te llevaba a un estado hipnótico. Hubo presentaciones electrónicas con voces, performances ocultistas, DJs para el after e incluso clínicas como la de Fredrik Åkesson de Opeth (Peluca).

Además, el festival ofrece una sala de cine con proyecciones de terror durante todo el día, cientos de foodtrucks con gastronomía de todo el mundo y hasta comida chilena. Gracias a Manquian, pudimos disfrutar empanadas, pastel de choclo, mucho ponche y la mejor de las ondas.

Fotografías de:  RUBÉN GARATE

Escrito por: JUANE

Día 0 – Warm Up Party

Llegamos justo a tiempo para ver a la legendaria banda de Murder Metal: Macabre. Y aunque se trataba de la warm up party, aquello parecía más bien el arranque oficial del festival: el escenario Obscure estaba repleto de bangers de todas partes del mundo.

El trío desató una auténtica masacre sonora, con un tecnicismo enfermizo y esas voces diabólicas, casi circenses, que los caracterizan. Como si eso fuera poco, Ed Gein lanzó una bandeja de jamones al público.

Una actuación explosiva y grotesca, pero única, que dejó en claro que el Brutal Assault ya había comenzado con todo. La mejor manera de iniciar la experiencia antes de descansar y prepararnos para los días cargados de metal que vendrían.

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Día 1 – La primera descarga

Arrancamos el primer día del festival a las 12:35 con Blood Red Throne. El death metal noruego irrumpió en un horario en el que normalmente reina la calma, pero lo que entregaron fue pura aniquilación, caos y destrucción. No hubo tregua alguna. Apenas terminaron, en el escenario contiguo se desató el huracán thrash de Warbringer, quienes descargaron toda su energía en un set que mantuvo nuestras pulsaciones al máximo desde los primeros acordes.

Después llegó el turno de Crystal Lake desde Japón. Admito que tenía pocas expectativas debido a que su estilo, el metalcore, no suele ser de mis favoritos. Sin embargo, me cerraron la boca con un show lleno de ferocidad, entrega y conexión con el público. Desde la primera canción conquistaron el escenario, y su vocalista se lució con una interpretación demencial.

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Tomamos un pequeño descanso para guardar energías antes de Rivers of Nihil, quienes venían con una expectación extra ya que se presentarán en Chile en febrero de 2026. Y sí, valió la pena cada minuto: destreza, potencia y hasta un saxo en medio de su death metal progresivo, que se siente auténtico y sin etiquetas. Dato curioso: nos encontramos al guitarrista Andy Thomas comiendo pollo, quien entre risas nos pidió limpiar su barba y terminó sacándose con nosotros la foto más ruda de todo el festival.

Luego fue el turno de Dark Angel, que ya son parte de la familia en Chile. Esta vez sonaron incluso mejor que en su última presentación en el Hipódromo, regalándonos el Darkness Descends completo. ¿Qué más se puede pedir? El Tío Ron Rinehart sigue siendo lo máximo.

En ese momento me separé del equipo para correr a ver a Sigh, una de las bandas que más esperaba del festival. Su show fue un viaje de fuego, black metal, cultura japonesa y vanguardia. Después de tantos años, siguen sorprendiendo con propuestas únicas: uno de los puntos más altos del día.

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El festival siguió con la brutalidad sin freno de Dying Fetus, una hora de patadas voladoras, mosh descontrolado y breakdowns asesinos. Apenas logramos sobrevivir, porque al terminar comenzó Mastodon en el escenario de al lado. Ya los he visto varias veces, pero esta era especial: la ausencia de Brent Hinds (RIP) deja un vacío inmenso. Aun así, Nick Johnston —quien estuvo el año pasado en Chile dando clínicas— cumplió con creces. El setlist pudo ser más sólido (faltó material de Crack The Skye), pero cerraron con una tremenda sorpresa: el clásico Supernaut de Black Sabbath.

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Mientras tanto, Oranssi Pazuzu sumergía a su público en un escenario lúgubre, lleno de humo, psicodelia, electrónica y black metal abstracto. Más tarde, Ministry, ya en su gira de despedida tras cuatro décadas de historia, repasó lo mejor de su época dorada de fines de los 80s y, por supuesto, Psalm 69.

Cruzamos el festival a toda velocidad para alcanzar a Between the Buried and Me, quienes interpretaron completo Colors, un álbum que marcó al metalcore y al progresivo. El sonido fue impecable, las guitarras se entrelazaban en solos complejísimos y la voz de Tommy Giles se movía con naturalidad entre registros. Uno de los miembros de nuestro equipo, incrédulo en el comienzo del show que parte con piano y voz limpia, me preguntó: “¿Esto era lo que me trajiste a ver, yo quiero metal?”. Su duda desapareció cuando Tommy desató toda su potencia vocal y nos dejó a todos boquiabiertos.

La jornada se fue cerrando con Rotting Christ, quienes demostraron por qué son los amos del black metal griego: sólidos, oscuros y dominantes, como siempre.

Finalmente, pasada la 1 de la mañana, llegó el turno de Orange Goblin, que también están despidiéndose tras 30 años de trayectoria. Fue un show clave, repasando toda su discografía con energía arrolladora. Aunque el cuerpo ya no daba más, fue imposible resistirse, no se puede escapar al látigo del diablo.

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Galería completa del día 1